Steinbeck la perla pdf


















Patrick Jomel Nilo. Juan Garcia Garcia. Eduardo Jimares. Aniita Bodaas. Kivo Larsson. Adriana Portillo. Sara Bejarano Lopez. Guilherme Dos Santos. Elizabet Rivera. Show More. Views Total views. Actions Shares. No notes for slide. Y que el primer paso para conseguir un mundo libre, es adquirir un pensamiento libre. Y que mejor forma que con la lectura.

Kino no recordaba haberlos visto nunca cerrados al despertar. Esto no quiere decir que no hubiese canciones personales. A su espalda el fuego de Juana llameaba lanzando flechas de luz entre las rendijas de la pared de ramaje y haciendo de la puerta un cuadro de luz oscilante.

Era negro, con manchas amarillentas donde debiera tener las cejas. Junto a la cerca dos gallos se encaraban con las alas combadas y las plumas del cuello erizadas.

Su lucha era torpe; no eran gallos de pelea. Su cuerpo atravesaba el cuarto suave y silenciosamente. Llevaba las manos extendidas, las palmas hacia abajo, y. Ella, obediente, respetuosa, alegre y paciente, era capaz de retorcerse, en los dolores del parto sin exhalar un grito. Id a buscar al doctor. Era ya un problema de toda la comunidad. Este doctor no. El hombre que lo miraba era de su propia raza. Voy a informarme. El sol proyectaba las negras siluetas del grupo sobre los blancos muros.

En su alcoba el doctor estaba sentado en la cama. Se estaba poniendo muy gordo y su voz era ronca por 1. Soy un doctor, no un veterinario. No, nunca tienen dinero. Se separaron. El fondo del mar abundaba en seres que nadaban, se arrastraban o simplemente vegetaban. Las chozas de los pescadores estaban a la derecha de la ciudad, y las canoas abordaban la playa frente a esta zona.

Era muy vieja. Es como un seguro contra el hambre. Pero las perlas eran meros accidentes y hallar una era suerte un golpecito amistoso de un dios en el hombro del escogido. El 10 No es bueno desear algo con excesivo fervor. Hay que ansiarlo, pero teniendo gran tacto en no irritar a la divinidad. Con movimientos deliberadamente 11 Kino vacilaba en abrirla.

Era tan de como un huevo de gaviota. Era la perla mayor del mundo. Tiene un sistema nervioso, una cabeza, unos hombros y unos pies. En la ciudad, en sus covachuelas, se hallaban los hombres que compraban perlas a los pescadores.

Y todos empezaron a calcular el capital necesario para instalarse. La casucha estaba atestada de vecinos. Y Kino se vio en la perla con una carabina Winchester. Puede que un rifle. El rifle echaba abajo todas las barreras.

Y de pronto tuvo miedo de sus palabras. Y yo lo vi». Dios nos libre de cosas parecidas. Llegaba la noche. Los hombres se descubrieron y se apartaron de la puerta, y las mujeres envolvieron sus cabezas en los chales y bajaron los ojos. Te llamas como un gran hombre, como un Padre de la Iglesia. Pero el sacerdote hablaba de nuevo. Y nos casaremos. Kino lo ha dicho. Un proyecto es algo real, y las cosas proyectadas son como experimentadas ya.

Un proyecto, una vez ideado y trazado se hace realidad, indestructible pero propicia a ser atacada. De este modo era real el futuro de Kino, pero desde 17 Sus ojos y su cerebro paladeaban el peligro antes de que hubiese aparecido.

Atravesaron la puerta del cercado y se acercaron a la choza. Mira, es azul. Y Kino, que miraba lleno de ansiedad, vio que efectivamente, era un poco azul. Los ojuelos del doctor rezumaban humedad. Y los ratones nocturnos se deslizaban por el campo tratando de escapar a los milanos que se les echaban encima en profundo silencio. Todos se mostraron de acuerdo y se encaminaron a casa de Kino.

Atravesaron las tinieblas envueltos en sus mantas hasta que llenaron de nuevo la choza de Kino. Las viejas se agachaban junto a Juana tratando de ayudarla o al menos de consolarla. Creo que puedo vencerlo. He ganado la batalla. Es una perla como no se ha visto otra igual. Porque aquella gente no duerme toda la noche; se despiertan a ratos, charlan un poquito y luego vuelven a dormirse. Ya se ha ido. Nuestro hijo debe ir a la escuela.

Debe romper la trampa que nos ahoga. Ahora calla, mujer. El viento del amanecer rizaba las aguas del estuario y suspiraba bajo los mangles. Era una puerta que se cerraba sobre el hambre. Hasta las monjas que se amontonaban en las gradas de la capilla. El sol estaba a media altura cuando estuvieron listos. Estaban dispuestos. Y cuando echaron a andar por el sendero hacia la ciudad, los vecinos se les unieron. Era una buena idea. Entonces olvidaron el proyecto y regresaron al viejo camino trillado.

El Padre asegura que cada hombre y cada mujer son como un soldado que Dios coloca para custodiar una parte de la fortaleza del Universo.

Era como edificar una pared en su tomo, pared que los aislaba totalmente. Sacaron papeles para poder simular actividad a la llegada de Kino y guardaron las perlas en los cajones, porque no es buena cosa dejar ver una perla inferior junto a una belleza.

Ya estaban ellos enterados -de la magnificencia de la perla de Kino. En una de ellas esperaba sentado un hombre corpulento.

Es una perla com o no se ha vist o ot ra igual. Porque aquella gente no duerm e toda la noche; se despiertan a ratos, charlan un poquit o y luego vuelven a dorm irse. Ya se ha ido. Nuest ro hij o debe ir a la escuela. Debe rom per la t ram pa que nos ahoga. Ahora calla, m uj er. El vient o del am anecer rizaba las aguas del est uario y suspiraba baj o los m angles.

Era una puert a que se cerraba sobre el ham bre. Hast a las m onj as que se am ont onaban en las gradas de la capilla. El sol est aba a m edia alt ura cuando est uvieron list os. Est aban dispuest os. Y cuando echaron a andar por el sendero hacia la ciudad, los vecinos se les unieron. Era una buena idea. Ent onces olvidaron el proyect o y regresaron al viej o cam ino t rillado.

El Padre asegura que cada hom bre y cada m uj er son com o un soldado que Dios coloca para cust odiar una part e de la fort aleza del Universo. Era com o edificar una pared en su tom o, pared que los aislaba t ot alm ent e. Sacaron papeles para poder sim ular act ividad a la llegada de Kino y guardaron las perlas en los caj ones, porque no es buena cosa dej ar ver una perla inferior j unt o a una belleza.

Ya est aban ellos ent erados - de la m agnificencia de la perla de Kino. En una de ellas esperaba sentado un hom bre corpulento. Kino se esforzaba por adaptar su vista a la oscuridad de la estancia, cegado com o est aba por el resplandor ext erior.

Hay veces que un hom bre m e trae una docena. Bien, veam os t u perla. La m ano del t raficant e habla adquirido de pront o vigorosa personalidad. No pasa de ser una curiosidad. Kino est aba perplej o y at urdido.

Nadie ha vist o nunca ot ra igual. Es grande y fea. Lo que quiere es est afarm e. Pregunt ad a los ot ros. Los am igos de Kino hablaban con volubilidad. Los curiosos agolpados en la entrada se apartaron para dej ar pasar a los t res com pradores de perlas. Kino callaba y observaba. Voy a pedirles que la exam inen y hagan una ofert a. No voy a hacer ofert a alguna. Me niego. Sigo ofreciendo m il pesos. Voy a tener que ir a la capital. Los com pradores se m iraron unos a ot ros. Supongam os que se fuera de veras a la capit al y no encont rase com prador para su perla.

Est os est aban orgullosos de Kino. Le at em orizaba el m onst ruo desconocido que llam aban «la capit al». Decidir m archarse y decirlo era com o est ar a m edio cam ino. Son unos est afadores. Sabem os que nos vienen estafando desde la cuna.

Pero vam os viviendo. Pero, supongam os que no t e equivocas, supongam os que t u perla es de gran valor Pones los pies en t erreno desconocido y no t ienes idea del cam ino a seguir. Mi hij o debe t ener una oport unidad, y no quiero que la dest ruyan.

A su olfat o llegaba el punzant e olor de los residuos veget ales abandonados por la m area. Su cam isa est aba desgarrada y sus pant alones casi arrancados de la cint ura. No pude verlo. Soy un hom bre. No t olerarem os que nos est afen. Pueden m at art e. Devolvam os la perla al m ar. A prim era hora part irem os. A Kino le ahogaba el furor. Una bandada de nubes m ult iform es hablase lanzado al cielo desde el sur. Un hom bre m uert o en el cam ino y el cuchillo ensangrent ado de Kino bast aron, convencerla.

Has m at ado a un hom bre y debem os ir nos ant es de que am anezca. Aquella era la canoa de su abuelo, heredada por varias generaciones, y ahora estaba inut ilizada. El asesinat o de un hom bre no era t an grave pecado com o el asesinat o de su canoa, porque una canoa no t iene hij os, no puede prot egerse, y sus heridas no cicat rizan. Los gallos alzaban sus voces y el alba no est aba lej ana. Por las paredes de las chozas escapaba el hum o de t em pranos fuegos, y en el aire se not aba ya el arom a de las t ort as.

Ya se agit aban los paj arillos en los m at orrales, la luna debilitaba su lum inosidad y las nubes se apelm azaban hacia el sur. La vivida luz del incendio acentuaba la rigid ez de las facciones de Kino. No nos ha pasado nada. Est o es m uy im port ant e, Apolonia. Y bien, herm ano Tal vez haya conseguido ot ra canoa. Van organizar una pat rulla para regist rar las playas, los de la ciudad t e deben andar buscando.

Part ieron en silencio ant es de que surgiese la luna. Juana y Kino se envolvieron m ej or en sus ropas y echaron a andar m undo adelante. Kino andaba sobre una de las huellas de ruedas, y Juana lo im it aba. Anduvieron t oda la noche sin dism inuir la m archa. Los genios m alos de la noche danzaban en t orno suyo. El sol se levant a abrasador. No se puede t ocar porque si luego t e llevas la m ano a los oj os quedas ciego.

Si lo cort as se pone a sangrar y t rae m ala suert e. Est aba nervioso, in t ranquilo, no dejaba de m irar por encim a de su hom bro; desenvainaba el gran cuchillo y probaba su filo. Ent onces los vio avanzar. Eran sagaces com o perros. Tras ellos, a caballo, iba un hom bre envuelt o en una m ant a; sobre la silla un rifle brillaba al sol.

Los oj eadores lanzaron algunas exclam aciones com o perros de caza excit ados por el olor de liebre. Luego dio un relincho. Durant e int erm inables m inut os est uvieron agachados los t ram peros, y luego prosiguieron la m archa m irando al suelo, seguidos por el hom bre a caballo.

Al fin penet raron sus argum ent os en su cerebro at urdido; sus labios dieron paso a un rugido de rabia y sus oj os recobraron su prim it iva fiereza. Era una t ierra sin agua, cubiert a de cact us y de m aleza, fuert em ent e arraigados en un t erreno de grandes piedras pulverizadas. Kino se los im aginaba siguiendo las huellas, haciendo excit ados com ent arios, y t ras ellos, hosco y aparent em ent e desint eresado, el j inet e con su rifle.

El cam ino em pezaba a, ascender, y al hacerlo las rocas eran cada vez m ayores. Vam os cont igo. Sus pupilas brillaban. Muy arriba en el m uro rocoso, baj o un agrest e pico, brot aba un m anant ial alim ent ado por el de hielo. Es posible que no nos encuent ren. Debes t ener cuidado de que no lo haga.



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